El concepto de Richard Webb del diario El Comercio, de Lima, en cuanto al reto central de hoy.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Lunes 12 de octubre de 2015
El reto central
de hoy
Por Richard Webb (*)
La
declaración del FMI sobre
la desigualdad como “reto central” del momento debe ser recibida como una
oportuna reflexión
Cuando la economía mundial tambalea, cuando
gobiernos y bancos centrales de países ricos y pobres debaten cómo salir de la
recesión y evitar un nuevo descalabro financiero, ¿cuál tendría que ser “el
reto central” para una conferencia que reúne a los 188 países socios del Fondo
Monetario Internacional (FMI)?
Recordemos que es una institución creada
para lograr la estabilidad cambiaria y monetaria en el mundo y que si bien sus
esfuerzos han tenido un éxito limitado, hasta decepcionante, siempre se han
concentrado estrictamente en su mandato original.
Sorprende entonces que tres meses antes de
la reunión anual esta institución publicara un informe anunciando que “la
creciente desigualdad de los ingresos es el reto central de estos tiempos”. Son
las primeras palabras de un reporte sobre la desigualdad, pero el informe no se
queda en una declaración de principios, sino que sustenta el argumento con un
impresionante trabajo estadístico que analiza la experiencia de 159 países
durante 32 años.
Nunca antes el FMI se había ocupado de la
desigualdad de los ingresos, pese a que ese mal ha sido una faceta constante y
visible de la escena mundial, especialmente los países menos desarrollados. Más
aun, desde hace varias décadas la desigualdad es un tema importante para el
Banco Mundial, la institución “hermana” del FMI y ubicada frente a frente en la
misma cuadra en Washington, con el que el FMI mantiene una estrecha
colaboración.

Difícil entonces no hacerse la pregunta si
el descubrimiento tardío anunciado por el FMI no se debe a que es solo en los
últimos años que la desigualdad se agrava visiblemente en varios países ricos,
volviéndose un tema de debate político. El peso del Primer Mundo en esa agenda
fue evidente también en la novedosa presencia de temas como la igualdad de
género, los derechos de los indígenas, la protección del medio ambiente, el
empleo de los jóvenes y la pobreza extrema.
Nadie puede dudar de que hay mucho por
mejorar en el mundo, pero hay menos claridad en cuanto al mejor camino por
seguir. Esa opción depende, por ejemplo, del grado de interconexión que existe
entre los males que se deben corregir. En la desigualdad sería importante
conocer si esta es un obstáculo para un mejor manejo de la política monetaria y
de los tipos de cambio, quizá porque las distancias sociales dificultan el
consenso político exigido por las políticas más efectivas para todos en el
largo plazo.
El mejor camino para arreglar el mundo
dependerá también de la lógica institucional. Hasta ahora, se ha apostado
mayormente por la lógica de la especialización y, para eso, existen entidades
separadas, como el FMI y las organizaciones mundiales del comercio y de la
salud. Así, cada país separa sus Fuerzas Armadas en un ejército, una marina y
una fuerza aérea. No obstante, siempre cabe preguntarse si nuevas
circunstancias o tecnologías quizá ameritan un enfoque menos
especializado.

Ciertamente, la declaración del FMI acerca
de la desigualdad como “reto central” del momento debe ser recibida como una
oportuna reflexión que nos lleva a tener una mayor apreciación de los
condicionantes sociales y políticos de las buenas políticas, pero al mismo
tiempo podemos esperar que el FMI redoble sus esfuerzos para cumplir su mandato
de crear un mundo más ordenado en cuanto a sus orientaciones monetarias y cambiarias.
* Richard Webb es el director
del Instituto del Perú de la USMP
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