La parte final de esta columna
de Jairo Parada nos deja inquietos.
Tomé la decisión de colocarlo
en rojo… Es una alerta de uno de los economistas más serios que tenemos en la
región Caribe y en el país.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El Plan Nacional
de Desarrollo 2014-2018
Por Jairo Parada
Contra los que piensan en este país que los
planes de desarrollo son documentos inútiles que reposan en los anaqueles
oficiales, considero que los mismos son claves para entender el conjunto de
estrategias, políticas y programas que un gobierno implementa durante su
mandato, el cual es un marco general para los presupuestos que anualmente se
aprueban.
De ahí que su discusión, ahora en manos del
Congreso, resulta esencial para los años venideros. Los planes de desarrollo sí
han influenciado las políticas aplicadas en cada gobierno, aunque en la
contingencia de la vida económica y social del país, ni se pueden cumplir en su
totalidad ni es posible preverlo todo.
El presente plan resulta bien diferente al
anterior, pues abandona las estrategias de las fallidas locomotoras del
cuatrienio anterior, y se centra más en objetivos generales con los
cuales la mayoría de los ciudadanos estaría de acuerdo: la paz, la equidad y la
educación. La paz interesa a los territorios porque desde ellos se construirá y
desarrollará la institucionalidad que exige el postconflicto. Es en los
territorios donde la marginalidad y la exclusión hacen estragos.
Por último,
son los territorios periféricos los que mayores retrasos registran en
educación. En el plan se incorporan cinco estrategias “transversales” y una
estrategia “envolvente” de crecimiento verde, que propenden por la implementación
de un modelo de desarrollo económico y social consistente con la conservación
del ambiente y el cierre de brechas en los territorios”, las cuales sin duda el
Congreso deberá examinar con cuidado.
De salida, el Plan se enmarca dentro de las
recomendaciones de la OCDE, muchas de las cuales pueden ser válidas, pero otras
son muy discutibles, pues es una camisa de fuerza que el país debe examinar con
cuidado, al suponer reformas fiscales demasiado duras para el país,
olvidándonos que somos una nación que no llega a los diez mil dólares per
cápita, versus un área desarrollada del mundo. Es sano detener estos sueños
prematuros de grandeza, dada la destorcida que ya vivimos en el frente
exportador y el deterioro cambiario acelerado que sufrimos.
Uno de los aspectos más
preocupantes del Plan es el componente del articulado, pues difícilmente se
podría estar en desacuerdo con las ‘Bases del Plan’ (documento de 825 páginas)
que de seguro pocos leerán. La verdadera sustancia está en dicho articulado
(205 artículos), pues allí el Gobierno se despacha pidiendo facultades extras
para implementar el Plan, desde la creación del misterioso “sistema unificado
de facturas electrónicas”, como en materia agraria, de salud, de transporte,
licencias, competitividad, impuestos territoriales departamentales, avalúos,
etc., lo cual se pregunta uno por qué no se tramitan en sendas leyes
específicas. En otras palabras, so pretexto de implementar el plan, se legisla
sobre lo divino y lo humano, abusando de la fuerza de la ley del plan, y
volviendo inútiles las otras comisiones del Congreso. Mucho ojo con este
articulado por parte del Congreso para evitar sorpresas desagradables
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