Esto lo encontré en Dinero, firmado por Juan
Carlos Sanclemente: ¡No más oficina, que viva la “economía gig”!
¿Qué estarán pensando los empresarios que aún
siguen la línea tradicional?
¿Qué tanto han cambiado las cosas?
Lo que si debemos tener claro es que, lo que
viene será más impactante.
En el caso nuestro, el RADAR lo podemos
transmitir de cualquier parte del mundo.
Antes eso era impensable…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
#Radar
Pd: Juan Carlos Sanclemente es director de Posgrados de Mercadeo de EAFIT
¡No más oficina, que viva la “economía
gig”
Por Juan Carlos Sanclemente
Laborar de tiempo completo en una
determinada empresa ha sido considerado siempre como un ideal pero en los
últimos años hemos comenzado a observar que no es precisamente la única manera
en que la gente se gana la vida.
Pensar únicamente en formas tradicionales de
trabajar desconocería que actualmente existen millones de personas que generan
sus ingresos a partir de esquemas de ocupación independientes, autónomos y que
reflejan un vínculo muy distinto entre empleador y empleado.
La denominada “gig economy”, aquella forma de
laborar de muchos individuos que se dedican a algo independiente, a la
consultoría o a ofrecer servicios específicos a sus clientes sin necesariamente
estar empleados a tiempo completo, está cambiando la manera de ocuparse de las
personas y la relación que todo esto tiene con los espacios físicos denominados
oficinas.
Las lecciones de esto que se denomina también
“economía colaborativa” son significativas: no se evalúa el desempeño de las
personas en términos de “hora escritorio” sino más bien en cuanto a los logros
que ellas obtienen frente a unas metas u objetivos propuestos por sus
empleadores. Tampoco existen estudios que comprueben que el hecho de estar ocho
horas en una oficina incida positivamente en la satisfacción de los individuos,
en su rendimiento o en la productividad de la empresa.
Estar sentado en un cubículo, una oficina o
asistiendo a reuniones mal diseñadas e interminables, no solo es improductivo
para los empleados comerciales sino igualmente para alguien de estrategia, técnico
o de producción. El aporte de los trabajadores en esta era del “conocimiento”
es mucho mejor, y se ha comprobado, por fuera de los linderos de la empresa o
de esos espacios, aunque puede ser lo contrario para alguien en el campo manual
o fabril.
Estudios recientes (McKinsey Global
Institute, 2016) han mostrado que las personas libres de las ataduras del
“puesto” son más productivas y evidencian más altos índices de satisfacción.
Estos elementos son lógicos en la medida en que el “trabajo remoto” evita los
problemas de movilidad o desplazamiento, o el estrés que se genera en los
espacios laborales debido a las interrupciones, las reuniones, etc.
La independencia tiene unas características
importantes: un alto grado de control y autonomía; el pago por la tarea
cumplida, la asignación o las ventas y, una duración relativamente corta. Estos
atributos se presentan tanto en la comercialización de servicios como en la de
bienes tangibles.
Esta misma investigación reveló que entre el
20% y el 30% de la población en edad de trabajar en los Estados Unidos y
la UE-15, alrededor de 162 millones de personas, lo hacen de manera
independiente.
Adicionalmente, las tecnologías de la
información y las distintas plataformas, redes y mecanismos de interacción
entre las personas están favoreciendo esta categoría de trabajo puesto que
mediante el uso de dispositivos móviles, se acercan compradores y vendedores de
los bienes que se intercambian. Se constata incluso que estas relaciones
“on-line”, interactivas, virtuales, colaboradoras o asociativas mediante
variadas herramientas tecnológicas, son utilizadas por un nada despreciable 15%
de dichos sujetos.
Pero ¿qué sucede con la tarea creativa que
llevan a cabo todos esos “freelancers”? ¿Están preparadas todas las personas
que son empleadas, para hacerlo de forma independiente? ¿Qué se necesita para
tener éxito en este nuevo tipo de actividad autónoma?
Muchos de estos creativos no están aún listos
para los importantes retos que trae esta nueva economía pues tal vez no son
hábiles para promoverse en este campo, o no saben encontrar el negocio
adecuado, pero todos ellos son capaces de aprender a desenvolverse en este
desafiante escenario. Lo consiguen con un agente para entrar en una actividad
específica, o enfocando sus esfuerzos de marketing y ventas en las necesidades
concretas de su mercado.
La parte más difícil de la mentalidad
empresarial de estos seres es el que deben tratar de “salirse de pensar solo en
sí mismos” y advertir que lo que buscan no es concretamente comercializar sus
servicios o productos sino más bien el enfocarse en sus clientes. No todo el
mundo está preparado para manejar su propio negocio, aquellos que tienen un
empleo de tiempo completo tampoco. Se trata entonces de cultivar
permanentemente las redes, tejer relaciones con otros y buscar posicionamiento
en este valioso reto de la independencia.

Uno de los principios más relevantes en el
campo que menciono aquí, es el ser lo suficientemente ambiciosos para estar
persiguiendo siempre aquello que queremos. No temer al rechazo es clave
considerando invariablemente que los demás no necesariamente querrán aquello
que estamos en capacidad de ofrecerles. Continuamente debemos pretender ir tras
nuestros objetivos y que el que quiera, nos encuentre. Hemos de asumir la
dirección de nuestros negocios y nunca depender de algo que se encuentre fuera
de nosotros.
Trabajar por nuestra propia cuenta no es una
empresa fácil, hay que buscar permanentemente quién requiere de nuestros
productos o servicios, conocer plenamente nuestras fortalezas y debilidades e
invertir tiempo y esfuerzos en asistir constantemente a eventos, experiencias o
situaciones en las que encontremos un “networking” y allí no limitarse a
entregar “tarjetas de presentación” sino más bien actuar en “modo
investigación” e indagar por todas las necesidades que los demás experimentan.
El trabajo independiente, la economía “gig”,
o aún los “freelance”, es un esquema que evoluciona significativamente
favorecido por la tecnología pero sobre todo por la confianza mutua, la
colaboración, los equipos, la interacción y las comunicaciones permanentes e
interpersonales. Hay que dejar de pensar solo en las horas que se pasan en la
oficina y “evaluar” a las personas en función de todo aquello que pueden
entregar, solucionar y resolver. Cuestión de efectividad, no meramente de
eficiencia!