sábado, 24 de marzo de 2018

Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en la Sesión Inaugural de la Reunión Anual de las Asambleas de Gobernadores -2-

Moreno siempre enseña.
Qué bueno poder estar en Mendoza, Argentina, escuchando este señor.

Por eso, no solté el discurso completo y lo dividí en dos entregas, para que lo degustar tranquilamente.

Lo bueno es que Luis Alberto Moreno es un colombiano. Un colombiano que nos representa con lujo...

RADAR,luisemilioradaconrado
 @radareconomico1

Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en la Sesión Inaugural de la Reunión Anual de las Asambleas de Gobernadores -2-

Tenemos el desafío de eliminar barreras de naturaleza regulatoria y ello requiere voluntad política. También hay obstáculos físicos que demandan solución. Proyectos como el de Cristo Redentor o el túnel de Agua Negra van en la dirección correcta, pues acercarán el litoral Atlántico al Pacífico.
En materia de oferta comercial necesitamos abrir el abanico. Todavía nuestras exportaciones siguen concentradas en un número relativamente pequeño de productos, y eso nos hace vulnerables. Como dice el Presidente Macri, no es suficiente ser el granero del mundo cuando podemos ser el supermercado, diversificando y profundizando cadenas de valor. 
 

Entender los desafíos y las oportunidades que significa la irrupción tecnológica es un deber inaplazable. El comercio digital, que viene creciendo de manera importante en la mayoría de nuestras naciones, puede ser una fuerza revitalizadora. Ejemplos como el de Mercado Libre, una empresa argentina pionera en este campo, son una muestra de ello. Mientras nos distraemos con las urgencias del día a día, la cuarta revolución industrial es más una realidad que una promesa.

Mucho hemos escuchado hablar de criptomonedas, de blockchain, de inteligencia artificial, de big data, de impresión en 3D o el internet de las cosas. Las posibilidades, los desafíos y las oportunidades que de estas transformaciones se derivan son enormes y apenas los empezamos a entender.

Tal vez la mayor fuente de ansiedad en el mundo moderno es la certeza de que una buena parte de los empleos actuales podrían desaparecer. No sabemos si habrá suficientes trabajos, bajo qué estructura y si éstos garantizarán ingresos decentes para la mayoría.

Comprender lo que viene y prepararse para administrar impactos inevitables nos pone otra tarea. Debemos adaptar nuestras políticas educativas para que las actuales generaciones sepan moverse en ese ecosistema, contando con las herramientas analíticas, los conocimientos y la flexibilidad necesaria para ser competitivos.
 
Mejorar la calidad de la enseñanza es costoso y exige compromisos que trascienden la duración de un gobierno, pero que son centrales para el progreso de cualquier nación y el de sus generaciones presentes y futuras. En estas transiciones, los trabajadores formales e informales requieren apoyo y resulta impostergable repensar el estado de bienestar, algo fundamental en sociedades como las nuestras donde el bono demográfico comienza a desaparecer.

A pesar de los retos, me congratula registrar que en distintos puntos de nuestra geografía existe el espíritu emprendedor que traspasa fronteras y acaba convirtiéndose en casos de éxito notables. Actualmente, más de 700 empresas en la región ofrecen soluciones financieras basadas en plataformas Fintech, que están modificando la forma en que el sectorcrea, envía y captura valor a través de modelos de negocio innovadores basados en desarrollos tecnológicos. Los éxitos recientes de empresas como Dafiti y Netshoes en Brasil, Konfío en México, Alegra en Colombia, o Increase-card en Argentina hablan por sí solos.
 
 
Las energías alternativas, cada vez más presentes son otro ejemplo de disrupción. En Uruguay, las combinaciones de fuentes renovables permiten que el país abastezca hasta el 97 por ciento de su demanda eléctrica. En Suriname acabamos de inaugurar la primera planta solar para electrificación rural, transformando la vida de comunidades aisladas que ahora cuentan con servicio 24 horas al día. Es cierto que en el concierto internacional, somos una región que deja una huella de carbono relativamente limitada, pero más allá de la poca responsabilidad que tenemos en el calentamiento global, no podemos ser indiferentes a su presencia.

La pérdida gradual de los glaciares andinos, el aumento en el nivel del mar o los fenómenos de sequía y lluvias, cada vez más extremos, nos conciernen directamente, algo que exige inversiones en mitigación de riesgos y la adopción de procedimientos más amigables con el medio ambiente.
Entender que los paradigmas de antes no necesariamente perdurarán es una obligación. Acompañar a la región en ese tránsito es un mandato natural del Grupo BID. Las necesidades y la heterogeneidad de nuestros países, al igual que la demanda por mayores recursos de financiación y conocimiento muestran que existe un espacio que debemos ocupar, pues la tarea dista de haber sido completada.
 
Venimos trabajando para fortalecer nuestra contribución al desarrollo de América Latina y el Caribe. Hemos invertido fuertemente en mejorar nuestra capacidad de generar y difundir conocimiento; estamos promoviendo también una mayor contribución del sector privado al desarrollo de la región y una mayor movilización de recursos de otras fuentes. Las operaciones de préstamo que adelantamos son técnicamente cada vez más complejas, más relevantes y con mayor impacto para nuestros clientes.

Hemos crecido el tamaño de nuestra cartera, al mismo tiempo que impulsamos una gestión interna más eficiente. En 2017, nuestras operaciones con garantía soberana ascendieron a 11.400 millones de dólares, un 23 por ciento más que en 2016. En operaciones sin garantía soberana aprobamos 3.200 millones de dólares, un incremento del 43 por ciento con respecto al año anterior. 
En 2018 disminuimos el costo financiero de nuestros préstamos y el presupuesto de gastos en términos reales, gracias a una gestión administrativa disciplianada.     

No en vano, por quinto año consecutivo nos destacamos como la entidad con la menor proporción de gastos sobre ingresos en el ámbito regional.
Sobra decir que el punto de partida es mantener la solidez financiera que nos caracteriza con el fin de conservar la calificación triple A que exigen los mercados. Hemos alcanzado logros importantes en la optimización de nuestra hoja de balance, y continuaremos promoviendo la excelencia y eficiencia en nuestra gestión.
El volumen de recursos para el desarrollo exige de las entidades multilaterales ir más allá de las intervenciones tradicionales y facilitar la captura de fondos del mercado de capitales hacia proyectos prioritarios para el desarrollo. Para ello, continuaremos creciendo en este rol con una visión innovadora que promueva la movilización desde una etapa temprana del diseño de proyectos e impulse el uso de nuevos y mejores instrumentos. Operaciones de garantía, como la recientemente aprobada para Argentina, por ejemplo, permiten atraer inversionistas privados interesados en financiar proyectos de participación público-privada en infraestructura.

Es probable que muchos de ustedes no tengan presente que Mendoza ha tenido que sobreponerse a la fuerza destructora de la naturaleza. Vivir en las estribaciones de los Andes trae inmensas gratificaciones, pero también riesgos, ante los cuales se conoce el verdadero temple de los pueblos. Tan admirable ejemplo debería inspirarnos en esta época en que vuelven a surgir las voces de duda sobre el camino por que transcurre el mundo.
Las estadísticas dicen que hemos avanzado, pero el pesimismo colectivo va en aumento. En tres décadas la esperanza de vida de la región, por ejemplo, ha pasado de 68 a 77 años; para el mismo periodo la pobreza descendió del 48 por ciento al 31 por ciento. Estamos indiscutiblemente mejor en casi todos los ámbitos de la vida que las generaciones anteriores.
 
Hay que recordar lo que dice Mafalda, el personaje nacido de la mano de Quino, un mendocino ilustre: “No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor, lo que pasaba es que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta”. El mirar hacia atrás con permanente nostalgia, nos impide ver las oportunidades que éste mejor futuro nos trae. 

Que nos quedan muchas cosas por hacer, no tiene discusión. Pero que tenemos cómo hacerlo, tampoco se puede poner en duda. América Latina y el Caribe continuarán avanzando por la senda del progreso inclusivo y sostenible. En ese empeño el Grupo BID seguirá haciendo lo que esté a su alcance para que la semilla de ese progreso continúe creciendo y eche raíces a lo largo de la región.

Hace poco leía que “el talento nacional para forjar camaradería para toda la vida es seguramente lo mejor que tiene la Argentina”. Es esa fuerza indestructible de las amistades duraderas la que permite superar crisis y desesperanzas. Aspiro a que en el resto de América Latina y el Caribe entendamos también que el poder de la solidaridad es el único que nos puede sacar adelante el único que demuestra que la vida siempre triunfa y que más allá de las nubes hay un cielo azul y un sol radiante, como el de Mendoza.

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