Ayer
arrancó oficialmente la Asamblea General del BID, el Banco Interamericano de
Desarrollo.
La
intervención del colombiano Luis Alberto Moreno, generalmente nos enseña a
todos.
Mucha
apuesta al Cambio Climático, Infraestructura, pero también innovación, transparencia
y además, inclusión y género…
Con
el doctor Moreno, logramos conversar, pero lo presentaremos más adelante…
Su
discurso lo desarrollaremos en dos entregas, para asimilarlo mejor.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Luis Alberto Moreno, presidente
del BID, en la Sesión Inaugural de la Reunión Anual de las Asambleas de
Gobernadores -1-
Me alegra mucho estar con ustedes
aquí en Argentina, un país cuya gente es conocida por su inclinación natural a
la amistad. La misma que el gran Jorge Luis Borges definió como una complicidad
que, a diferencia del amor, no requiere de la frecuentación ni de la
confidencia. Gracias intendente Rodolfo Suárez y gobernador Alfredo Cornejo por
su maravillosa acogida. Nos recibe un pueblo hospitalario y orgulloso de ésta
Mendoza pujante y amable, en donde la vida tiene un aroma único, como el vino
que aquí se añeja.
Deseo igualmente saludar al
Presidente Mauricio Macri quien, a pesar de las dificultades, ha sabido
mantener el rumbo de esta nación y cuyo gobierno tiene el empeño de construir
una Argentina moderna e incluyente. Sabemos que en los tiempos actuales no es
fácil adelantar reformas que impliquen sacrificios de corto plazo a cambio de
bienestar futuro, o que promuevan el fin de privilegios para unos pocos en aras
de la búsqueda del bien común. Desde el Grupo BID saludamos su visión y
compromiso con la causa del progreso, y nos complace ver cómo la ciudadanía
entiende estos desafíos y respalda su propuesta.
Nos reunimos hoy en un contexto
global de recuperación, con una mejora que se ve en ambos hemisferios, tanto en
naciones desarrolladas como emergentes. América Latina y el Caribe también
transitan por este camino hacia la reactivación. El Producto Interno Bruto de
la región debería expandirse alrededor del 2 por ciento este año y cerca del 3
por ciento en 2019, al tiempo que aumenta el consumo interno y la inflación
continúa su senda descendente. Una muestra de esa mejora es que, en el último
año, de siete países en recesión, pasamos a uno.
Este transcurrir coincide con una
época electoral intensa, pues dos de cada tres latinoamericanos acudirán en el
2018 a las urnas para definir su futuro. Una oportunidad para que nuestros
ciudadanos puedan transformar sus expectativas en realidades.
En un mundo en el que la
democracia enfrenta múltiples desafíos, los latinoamericanos y caribeños
estamos obligados a profundizarla, corrigiendo sus imperfecciones. Y es que el
concepto de participación ciudadana ha cambiado de manera radical en años
recientes. El crecimiento de las clases medias ha contribuido a que hoy
nuestros ciudadanos sean más conscientes de la realidad y capaces de exigir más
de nuestros gobernantes.
Prácticas que antes se censuraban
en privado, o eran ignoradas, son ahora intolerables, como lo prueban las
denuncias de acoso sexual y de violencia contra las mujeres, que finalmente se
están tomando en serio. La equidad de género comienza por el respeto y se debe
pregonar y practicar. Sabemos que éste no es solo un asunto de mujeres, es un
tema de todos, porque cuando las mujeres avanzan, avanza la sociedad. Gobiernos
como el de Argentina están tomando pasos decididos para reducir brechas en éste
campo. Lo cual, Presidente Macri, merece nuestro reconocimiento.
De igual forma, el rechazo
unánime a la corrupción no puede ser ignorado y exige respuestas mucho más
efectivas que las observadas, algo que obliga al sector público a hacer las
cosas bien y al sector privado a asumir su responsabilidad y combatir la falta
de ética en los negocios.
El fortalecimiento de la
democracia demanda instituciones mejor equipadas para aumentar la transparencia
y detectar acciones ilícitas. Enfrentamos un clamor popular que dice “basta” y
pide respuestas que, de no atenderse, pueden erosionar la fe en nuestros
sistemas políticos y quizás en la democracia misma. Por eso es tan importante
que operen adecuadamente los mecanismos constitucionales, sobre todo en los
casos más extremos.
El buen funcionamiento de la
administración pública es clave para recobrar la confianza y fortalecer la
integridad. Esto implica una mayor rendición de cuentas a los ciudadanos por
parte de políticos y funcionarios. Esfuerzos como impulsar mayor claridad en el
financiamiento de las campañas electorales serán centrales en este empeño.
El gran desafío que enfrentamos
es mirar estratégicamente hacia adelante y actuar en consecuencia. A pesar de
la mejora en las perspectivas globales, los riesgos persisten. Es
imprescindible, por lo tanto, acelerar nuestras tasas de crecimiento, hoy
insuficientes para preservar los progresos sociales alcanzados, y conseguir que
la pobreza vuelva a disminuir. La clave es aumentar la productividad y subir
las tasas de inversión, entendiendo que es obligatorio un doble esfuerzo de
cantidad y de calidad.
Una de las estrategias para
avanzar en ese campo es el desarrollo de la infraestructura, como bien lo
expresaron, hace unos días, los asistentes a la cumbre del G20 en Buenos Aires.
Tenemos una brecha notable que requiere un esfuerzo continuo para cerrarla. En
los próximos 20 a 30 años, la región debería invertir anualmente alrededor del
5 por ciento de su producto interno bruto, casi el doble de los niveles
actuales. El sector público no podrá hacerlo solo, por lo que es fundamental
incorporar modelos que atraigan mayor capital privado, incluyendo el mecanismo
de asociaciones público-privadas. Aquí, de lo que se trata es de impulsar la
competitividad, la conectividad y con ello, la mejora en las condiciones de
vida de nuestros ciudadanos.
Acelerar el crecimiento exige
también insertarse más en las corrientes del comercio global que actualmente
enfrentan obstáculos. Hago votos para que el diálogo sea el camino escogido
para superar las diferencias. Para América Latina y el Caribe defender y
profundizar la integración regional es la vía adecuada, ya que juntos hacemos
más.
Y es que bajo cualquier parámetro
que se utilice somos un mercado muy atractivo en tamaño y sofisticación. En tal
sentido, veo con entusiasmo el avance de los países que conforman la Alianza
del Pacífico y MERCOSUR. No es lógico, sin embargo, que en una región de 600
millones de personas que saben llevar sus productos a otros continentes, el
intercambio intra-regional apenas alcance el 15 por ciento del total.
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