Y efectivamente, fue un año complicado,
pero en medio de todo, pudimos pasarlo.
Como decía hace unas semanas un
empresario colombiano: “Todos los años no podemos festejar con buenos
resultados”.
Y a eso es a lo que debemos
apostar.
No entiendo, de verdad, a los
críticos de siempre que se creen sabios, cuando ellos mismos se equivocan hasta
en las cosas más simples: tener un hogar en paz.
Vamos a leer a Jairo Parada mejor,
cuando cierra diciendo: “Un difícil camino nos espera, pero volver a la guerra
no es opción”.
Totalmente de acuerdo con él…
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Un año complicado
Por Jairo Parada
La
Navidad nos invade con sus aires de optimismo frente al nuevo año, aunque al
mirar hacia atrás, el año que se va muestra señales preocupantes para el
venidero.
En
2017, en el plano económico, se espera un crecimiento de apenas un 1,8% en el
PIB, aunque la inflación se mantiene en un 4%. No hay que hacerse muchas
ilusiones para 2018, donde siendo optimistas, apenas creceremos al 2,5% si
acaso.
El
desequilibrio fiscal continúa en toda su intensidad aunque algo ha disminuido,
con un fuerte desequilibrio externo. El centro del debate económico en 2018
debe ser cómo lograr que la economía vuelva a crecer al 4% o 5%, sin depender
de otra bonanza minera, para poder dejar por fin el modelo de la renta
petrolera. Los esfuerzos han sido infructuosos, pues las exportaciones
manufactureras despegan muy lentamente, y de los sectores productivos apenas se
salvan el agropecuario y los sectores terciarios.
Pero si la economía va de agache, el panorama político preocupa
más aún.
Parece que las élites políticas y económicas del país desean sacar una paz
barata, donde lo único que interesaba era desarmar las Farc. Se les permite
convertirse en partido político y se le otorgan las curules. Pero son
crecientes los asesinatos de líderes sociales, y nuestro Ministro de Defensa,
al igual que en la época de la UP, se limita a decir que son el resultado de
peleas de vecinos, conflictos personales y de linderos. La excesiva juridicidad
del país se ha utilizado para enredar el proceso de paz, en un año político
donde los sectores recalcitrantes sacan dividendos.
Uno
no debe caer en la llamada fracasomanía colombiana: se han logrado cinco actos
legislativos para implementar los acuerdos del Teatro Colón, pero no se avanzó
para nada en el tema agrario ni en el de reforma política, a pesar de lo tímida
que eran las reformas propuestas.
Ni
qué decir de la representación electoral de los territorios afectados por el conflicto
y las víctimas, donde se confabularon muchos intereses para sabotear el quórum
requerido. La misma Justicia Especial para la Paz (JEP) fue recortada y sus
magistrados sometidos a unas inhabilidades absurdas. En otras palabras, lo
pactado en el Colón fue enredado, limitado y saboteado en el Congreso de la
República. En el foro realizado el pasado jueves por Foro, Viva la Ciudadanía,
Fescol y Caribe Afirmativo, se señaló que de 562 obligaciones del acuerdo, solo
se avanzó en un 17% en implementación. El gobierno
hizo lo que pudo, expidió 35 decretos leyes y 46 decretos reglamentarios, pero
temas claves como la ley de tierras, la del catastro multipropósito, la del
tratamiento penal de los campesinos cultivadores de coca, la reforma política y
los cambios a la rígida ley de garantías, no se concretaron.
Paralelo
a lo anterior, la debilidad administrativa del Estado colombiano en la
implementación de los proyectos productivos para los exguerrilleros ha sido
evidente, con mucha retórica y pocas nueces. Se forman nuevos grupos armados,
con más de 3.000 miembros, y el Eln se expande en las zonas desocupadas por las
Farc.
Felices
Pascuas a mis lectores.
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