Las
chuzadas… La confiabilidad… leamos a Fernando Arteta, hablando del tema.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Sábado
20 de Febrero de 2016 - 12:06am
¿Qué sigue?
Por: Fernando Arteta
Cuando
hablamos de algo confidencial, estamos refiriéndonos a situaciones que
requieren tratamiento secreto porque su divulgación traería posteriores
consecuencias que afectarían negocios, acuerdos comerciales, familiares y hasta
relaciones internacionales que, precisamente por haberse acordado privadamente,
de verse expuestas romperían con un orden preestablecido en las relaciones
entre la gente.
Ahora
bien, existen métodos y sistemas para lograr conocer y sacarle provecho al
conocimiento de estos secretos de Estado, de marcas, de negocios, de fórmulas y
hasta de relaciones conyugales e infidelidades que, a pesar de ser restringidas
por ley, son a veces aceptadas por una sociedad permisiva que está pendiente de
conocerlos por su potencial impacto directo en algunos.
Es
lo que ha pasado hasta ahora con las interceptaciones de todo tipo, por las que
unos están presos o perseguidos por la Interpol, y otros, paradójicamente, se
convierten en héroes y reivindicadores de verdades obtenidas, en todo caso,
ilegalmente.
Hoy
se nos viene encima el uso abusivo de estas interceptaciones.
Veamos:
Son frecuentes en la intimidad conversaciones, de verdad íntimas, en las que el
diálogo o el monólogo entre la pareja, o con la pareja, es fuerte, procaz y
hasta ridículo. En el mismo trámite de la conversación somos capaces de
sonrojarnos por el tenor de los comentarios que son, casi siempre, expresamente
pedidos o tácitamente aceptados y bien recibidos. Cuando se tiene la oportunidad
–buscada o casual– de enterarse de intimidades de parejas hetero, homo o
bisexuales, a muchos les entran las ganas de regar la bola y convertir la
experiencia compartida o presencial en cuentos públicos que pueden llegar a
afectar el buen nombre de los protagonistas y dejan al locuaz cuentero como un
vulgar chismoso. Eso pasa con frecuencia y normalmente lo hacen tontos
personajes buscando equivocadamente prestigio entre su círculo.
Viene
lo peor, si el chisme está soportado con documentos gráficos obtenidos sin el
conocimiento de sus, o alguno, de los protagonistas, se convierte en una
bellaquería que no tiene perdón de nadie. No hay ninguna justificación para
divulgar las frases o los comentarios y menos las imágenes de personas,
cualquiera sea su preferencia, que expresan como les dé la gana sus deseos
físicos y sus pasiones a puerta cerrada, sin perjudicar a nadie. A pesar de que
se argumente la búsqueda de otros resultados, no hay duda de que la principal
finalidad es hacerles daño a esas personas irrespetando su honor, su intimidad
y los derechos de la infancia y de la juventud de sus familias.
Me
gustaría ver cómo se sentirían ellos después de que media humanidad los viera
en YouTube tan solo aseándose después de haber utilizado el sanitario. “Es sabio
no hablar de un secreto y honesto no mencionarlo siquiera”.
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