¿Se equivocó Colombia y RCN por presionar a Vicky Dávila para que renunciara a su puesto?
¿Ese es el papel de la prensa?
¿Hay que narrar la historia a pesar de que sea tan cruel?
¿Y quién puede contar, si no es la prensa?
Todavía hay mucho que pensar, a raíz de estos hechos, que terminaron con la renuncia de la periodista colombiana.
Aquí en el RADAR lo que pensamos es que el mundo es ese: un desastre, una locura, una belleza, un placer, miles de alegrías, pero también muchas tristezas.
Vicky contó la historia...
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
Lo que le hicieron a
Vicky Dávila es infame. En ningún otro país del mundo atacan a los
medios cuando se publican fotos o videos de funcionarios, personajes
públicos, situaciones o lugares. Por más pornográficos, obscenos,
grotescos, morbosos, atroces, sanguinarios, despiadados y desalmados que
sean. Siempre la prensa está en plena libertad de reproducir el
material que le apetezca.
Hagamos una lista para refrescar la cabeza:
desde la niña de 9 años que corría desnuda con ampollas en el cuerpo
durante la Guerra de Vietnam, pasando por la foto del bebé de Siria que
yacía muerto en una playa de Grecia, o hasta la propia Omaira, que
agonizó durante 3 días seguidos en plena televisión nacional.
O qué tal las imágenes publicadas por la
prensa de los hornos y cámaras de gas en Auschwitz, de los monjes
budistas incendiándose en llamas en el sur de Vietnam, de la gente
saltando desesperada de las Torres Gemelas, de los prisioneros de guerra
iraquíes tratando de calmar a sus hijos en pleno cautiverio, o las
fotos y videos de las torturas del ejército gringo en plena prisión de
Guantánamo.
Sigamos ahora con los escándalos sexuales: las
imágenes que publicó el diario español ‘El País’ sobre el bunga-bunga y
la red de orgías de Silvio Berlusconi; las revelaciones en la prensa
gringa de las grabaciones íntimas entre Mónica Lewinsky y Linda Tripp
sobre los amoríos repetidos de Bill Clinton, o las fotos de la relación
extramatrimonial del exdirector de la CIA David Petraus, que le costaron
el puesto como cabeza del máximo organismo de inteligencia de Estados
Unidos.
O qué tal los videos y fotos que publicó ‘The
New York Times’ sobre el exgobernador de Nueva York Eliot Spitzer,
teniendo sexo con una red de prostitutas rusas de lujo en la Gran
Manzana; o el escándalo del senador de Idaho Larry Craig mientras
trataba de tener sexo con otro hombre en un baño del aeropuerto
internacional de Minneapolis. O las revelaciones que hizo la prensa de
las aventuras homosexuales del exgobernador de Nueva Jersey James
McGreeve, y su posterior confesión gay.
O el escándalo de ‘sexting’ del excongresista
estadounidense Antony Weiner, cuyo contenido erótico también reveló ‘The
New York Times’. O las fotos del exsenador John Edwards, quien mantuvo
una relación extramarital mientras su esposa Elizabeth estaba gravemente
enferma de cáncer. O la revelación de la prensa francesa sobre la
aventura amorosa del presidente François Hollande, que le costó su
matrimonio con la primera dama.
Hasta los medios paraguayos publicaron fotos
de los hijos del expresidente y exobispo Fernando Lugo, sin importar los
votos de abstinencia y celibato. La semana pasada –para no ir más
lejos– la propia BBC reveló las cartas íntimas entre San Juan Pablo II y
su entrañable amiga filósofa americana, de ascendencia polaca: “Te
pertenezco” y “te siento en todas partes” eran algunos de los apartes.
En ninguno de esos países se linchó a los
medios. En ninguno se les cuestionó por revelar los videos, las fotos,
los e-mails, las cartas, los mensajes de texto. En ninguno se sancionó a
los periodistas ni se les endilgó responsabilidad alguna por el
sufrimiento de las familias. La responsabilidad siempre es exclusiva de
los protagonistas de los escándalos, que ‘motu proprio’ ellos mismos se
buscaron.
Ilustración: Juan Felipe Sanmiguel
|
En ninguno de esos países se cuestionó la
integridad de un medio por revelar la intimidad de los protagonistas. En
ninguno se dijo que era un asunto reservado entre dos personas, que
solo querían tener sexo. Y la razón es sencilla: se trata de figuras
públicas y de altos funcionarios del Estado, de cuyo carácter y criterio
depende el destino de todo un pueblo.
Ese es –y ha sido– el papel de la prensa:
publicar imágenes bestiales, salvajes, brutales, dolorosas, crueles,
violentas, salvajes, carniceras y hasta perversas. Imágenes que
despierten al mundo del letargo y la ignorancia en la que a veces
dormita. Imágenes que duelen en el alma, porque tocan las fibras de lo
que la humanidad niega, pero también reclama: verdad. Hechos y no
palabras.
Usted, Vicky, es una periodista de verdad, con
una mentalidad de reportera del primer mundo. Lástima que le haya
tocado nacer y trabajar en Colombia, el único país en el planeta en el
que se castiga la verdadera libertad de prensa. El único donde sus
líderes siguen defendiendo esa caduca tradición de machos que, a través
de hacer porquerías juntos, garantizan roscas de favores recíprocos por
poder y privilegios.
PAOLA OCHOA
@PaolaOchoaAmaya
@PaolaOchoaAmaya
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