Los norteamericanos tienen fama de
desperdiciar la comida. Y no solamente la comida: sus bienes.
Es una sociedad que tiene de más.
La primera vez que fui a Estados Unidos, un
amigo que vivía allá, al hablar del tema me comentó: “aquí si un televisor se
descompone, se compra otro; porque la reparación es más costosa”.
Esa no la entendí de salida.
Cuando íbamos a los sitios de comida, nos
entregaban unas gaseosas tremendamente grandes, y nos tomábamos la mitad. Y fui
comprendiendo que estaba en Estados Unidos.
La comida que se pierde en esa nación es
muchísima.
Pero ahora, las mismas entidades como el
Banco Mundial, nos están diciendo que América Latina va por el mismo camino: “desperdiciando
los alimentos”.
Por eso es que encuentran pordioseros
buscando en la basura, porque ellos saben que allí se pueden alimentar. Es triste
eso, pero es la verdad.
Se desperdicia mucha comida y no hemos
aprendido a manejar esa situación.
¿Qué hacer?
Los amigos del Banco Mundial hacen este
interrogante: ¿Cuántas veces a la semana usted tira
restos de comida o alimentos caducados a la basura?
Responda
usted, con el corazón en la mano… No se mienta usted mismo… Y de allí empiece a
actuar…
RADAR,luisemilioradaconrado
radareconomico1
Pd:
y también recuerde, que a veces no tiene dinero, por desordenado…
Latinoamérica
desperdicia el 15% de los alimentos que produce
Febrero
10, 2014
- La región pierde unas 80 millones de toneladas por año, un 6% del total global de pérdidas
- En Latinoamérica, el desperdicio se produce por igual en las etapas de producción y consumo: cada una representa el 28% del total de pérdida
- La fecha de caducidad de los productos es un factor que contribuye de manera importante a estas pérdidas
ENLACES RELACIONADOS
BANCO MUNDIAL
- Banco Mundial en América Latina y el Caribe
- Reporte Food Price Watch
- América Latina: ¿Cómo afecta la crisis en el precio de los alimentos?
¿Cuántas veces a la semana usted tira restos de
comida o alimentos caducados a la basura?
Tal vez lo piense mejor cuando se entere que en
América Latina, donde millones de niños sufren desnutrición crónica, se pierde
el 15% de los alimentos que se producen cada año, o unos 80 millones de
toneladas.
Desde el punto de vista de la nutrición, esto
significa que se desperdicia una cuarta parte de los componentes energéticos -o
450 kilocalorías- que una persona necesita diariamente para vivir.
Aunque no es consuelo, comparativamente América
Latina es la región del mundo que menos comida desperdicia o pierde. En los
países desarrollados, esta proporción puede alcanzar más de un tercio de la
producción total de alimentos.
Las causas de este desbarajuste varían en función
de los países. Los de ingreso alto, por ejemplo, desaprovechan la mayor parte
de sus alimentos en la etapa del consumo. En Latinoamérica, el desperdicio se
produce por igual en las etapas de producción y consumo: cada una representa el
28% del total de pérdidas, según cálculos de la FAO.
Fecha de caducidad
La fecha de caducidad de los productos es un factor
que contribuye de manera importante a estas pérdidas, especialmente en la etapa
del consumo familiar. El consumidor tiende a pensar que no es seguro ingerir un
alimento después de ese plazo, pese a las advertencias en contrario de los
expertos.
“Muchas veces compro algunos productos, como
fiambres por ejemplo, que caducan en uno o dos días, y no siempre estoy a
tiempo de consumirlos”, comenta Juan Pedro, en un restaurante del centro de
Buenos Aires.
En cuanto a la producción, el desperdicio se debe
principalmente a formas ineficientes o prematuras de cosechar, y a condiciones
excesivas de lluvia o de sequedad, hecho que sucede recurrentemente en Brasil o
Argentina, por ejemplo.
El resto de las pérdidas de alimentos en la región
se lo reparten las fases de almacenamiento (22% del total), de distribución y
mercadeo (16%) y de procesamiento (6%).
"Este desperdicio de alimentos supone terribles pérdidas en la inversión en agricultura y en los insumos de energía"
José Cuesta
Experto en pobreza del Banco Mundial
Experto en pobreza del Banco Mundial
En México, por ejemplo, se desperdician más de 10
millones de toneladas de alimentos al año, que representan el 37% de la
producción agropecuaria en el país, según el Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas
de Alimentos.
“Este desperdicio de alimentos supone terribles
pérdidas en la inversión en agricultura y en los insumos de energía necesarios
para producir comida que después se pierde y de la que no se obtienen los
retornos esperados”, explica José Cuesta, experto en pobreza del Banco Mundial
y autor del Food Price Watch, que monitorea el precio mundial
de los alimentos y sus efectos socioeconómicos en la población.
“Se trata de ingresos que el agricultor
latinoamericano dejará de recibir por un producto que no podrá vender”, agrega.
Según el especialista, existen medidas técnicas
inmediatas que pueden ayudar a frenar este desperdicio de alimentos. Algunas
son tan sencillas como por ejemplo usar recipientes de plástico para depositar
la fruta que se recolecta -en lugar de bolsas-, o mejorar los sistemas de
refrigeración para evitar pérdidas en la fase de almacenamiento.
Efecto en los más pobres
La lógica económica de este problema es simple pero abrumadora: cuanta
más comida tiren los hogares, más comida adicional tendrán que comprar para
poder cubrir sus necesidades.
Esto implica que las familias utilizarán una mayor
proporción de sus ingresos en comida y menos en otras actividades como
educación o sanidad.
“Claramente las pérdidas alimentarias
tienen un impacto sobre la pobreza", afirma Cuesta.
Señala que una manera de paliar esta situación es
concientizar a los consumidores. Porque en sus manos está la llave para
aprovechar todos los alimentos que se compran y evitar así comportamientos
nocivos, en ciertas ocasiones incentivados por las promociones comerciales –los
dos por uno, por ejemplo-, que invitan a adquirir más productos de los que
realmente se necesitan.
A pesar de las repetidas crisis en el precio de los alimentos que el
mundo viene padeciendo desde 2007, los gobiernos de la región no han llegado a
políticas concretas de cambio de hábitos de consumidores y productores para
frenar el grave problema del desperdicio de comida.
“No hay mucho nivel de conciencia, ni siquiera en
los países más ricos. Hay conciencia para producir más alimentos pero no para
mejorar la tendencia de pérdidas de alimentos en la región, sobre todo en
concientización y educación”, concluye Cuesta.
Según el reporte Food Price Watch, el precio de los alimentos
sigue siendo elevado –aunque descendió en 2013-, lo cual deja en una situación
vulnerable a la población de menos recursos económicos.
RADAR: El próximo informe, previsto a publicarse a
fin de mes estará dedicado al problema global del desperdicio alimentario.
Debemos estar atentos, a ver si aprendimos… L
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