¿Quién nos podrá salvar a nosotros?
¿Esa
pregunta usted se la hace?
¿Y
tiene la respuesta?
Yo
si la tengo, lo que pasa es que no somos capaces de atrevernos… Por eso los
corruptos están tranquilos haciendo negocios con los ingresos de todos los
colombianos.
Y
lo cómico es que, cuando se les detecta aparecen cómo unos ciudadanos dignos.
Es
hasta chévere sonreír con cierta sorna y evitar que un paro al corazón termine
con tu vida.
Vamos
a leer a Jairo Parada, pero usted y yo, conocemos gran parte de la historia.
Casi todos sabemos, pero nadie se atreve a denunciar…
¿Será que un día nos atreveremos?
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
El
fortalecimiento del control fiscal local
Por: JAIRO PARADA
Como quiera que nuestro entramado político
en América Latina afecta la gestión pública de nuestros gobiernos, debido a las
reglas de juego imperantes, donde la ineficiencia
administrativa, la corrupción y el clientelismo permean la misma, por lo
general los ciudadanos poca atención prestamos a los entes que realizan el
control fiscal, como es el caso de las llamadas contralorías en nuestro país.
En Colombia, después de tener una contralora protagónica como Sandra Morelli,
hoy refugiada en Italia, del nuevo contralor Maya poco se oye. Se sabe que los
famosos “controles de advertencia” se han debilitado jurídicamente por fallos
de las cortes.
A pesar de lo anterior, alguna entidad
pública tiene que hacerle seguimiento al gasto público que se ejecuta
anualmente. Es sabido que los mecanismos de elección de los contralores
municipales (donde los hay) y los departamentales están afectados por el juego
político existente a nivel de Concejos y Asambleas, a pesar de recibir las
ternas de los tribunales respectivos. Pero como la reforma constitucional en
curso del “equilibrio de poderes” lo ha mostrado, la inmersión de las cortes en
estos procesos no ha resultado conveniente en la medida en que también se ven
afectadas por el juego político que permea la rama judicial en nuestro país.
Así las cosas, nada garantiza que las mejores hojas de vida sean seleccionadas
para los cargos respectivos.
Las contralorías no pueden limitar su
accionar a revisar las cuentas y examinar los niveles de ejecución. Les toca
emitir juicios de fondo sobre la gestión pública de un ente territorial y deben
informarles a los ciudadanos sobre su concepto con respecto a la rendición de
cuentas que hacen los mandatarios territoriales.
Como lo hemos vivido, las rendiciones de
cuenta en nuestros lares se pueden caracterizar como verticales, donde
simplemente se le informa al ciudadano. Como se señala en el libro Las
entidades fiscalizadores superiores y la rendición de cuentas, de Miriam B.
Insausti y Luis F. Velásquez (Olacefs-Giz, 2014), dichas rendiciones pueden ser
también transversales, horizontales, híbridas, etc., en las que se trata de
establecer un diálogo con los ciudadanos, como se indica en la Declaración de
Asunción de 2009.
La Contraloría Distrital les
costó a los barranquilleros la suma de $6.363 millones, y la Departamental a
los atlanticenses, la suma de $4.476 millones, en el 2014. Uno de los temas
que viene preocupando a las firmas de ingeniería de la ciudad es la
concentración de la contratación pública en pocas firmas. Ya algunas veedurías
vienen recolectando información al respecto. Todo es legal pero las
licitaciones son casi siempre de un solo oferente. Preocupan las declaraciones
de Juan Martín Caicedo Ferrer, presidente de la Cámara Colombiana de
Infraestructura (ver revista Semana No. 1720), cuando señala que “se corrompió
la contratación en las regiones”. Barranquilla aparece como uno de los
municipios campeones en contratación de un solo oferente.
La Contraloría Distrital tiene la palabra.
Ambas contralorías deben examinar estos procesos y pronunciarse sobre los
ejercicios de rendición de cuentas de nuestros gobernantes.
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