No le cayó muy bien la actitud del gobierno colombiano en torno a la situación que se viene presentando con Panamá... Escribió sobre el montón de plata que nos llega por la Inversión Extranjera... De cómo le va de mal a San Andrés y rescaté este cierre de su columna: "El Gran Caribe está impactado por la globalización, y la ebullición social y política sin duda nos traerá sorpresas. Por ello el episodio de Panamá, así como los pasados con Nicaragua, solo nos indica que no tenemos una estrategia en el Caribe. Ante el paraíso fiscal nos pasó aquello de “perro que ladra no muerde”.
RADAR,luisemilioradaconrado
@radareconomico1
¿Mirar al Gran Caribe?
Por JAIRO PARADA
La masiva participación de los
estudiantes de Economía de la Universidad del Norte y de otros programas, en la
II Cátedra de Economía del Caribe, a mediados de octubre, nos llenó en verdad
de esperanzas sobre el naciente interés en nuestro Mar Mediterráneo, como dice
Gustavo Bell.
Nuestras élites andinas solo
miran hacia Estados Unidos y Europa, saltándose nuestros vecinos inmediatos. La
satisfacción mostrada con la visita de la realeza inglesa es apenas una muestra
de esas ilusiones de codearse por lo alto en vano con la nobleza europea.
Mientras tanto, la situación de San
Andrés nos revienta en la cara, nadie se acuerda de las promesas hechas frente
a la presión de Nicaragua, y la isla languidece entre el narcotráfico y la
débil presencia del Estado nacional.
El episodio del paraíso fiscal con
respecto a Panamá nos indica claramente que nuestro Gobierno es altivo con los
colombianos, imponiéndoles más impuestos sin ceder un milímetro, pero con la
pequeña Panamá retrocedió vergonzosamente ante la respuesta airada del vecino.
Todos sabemos del contrabando técnico que se mueve desde Panamá hacia Colombia,
generándoles dolores de cabeza a los funcionarios de la Dian.
Nadie entiende tampoco cómo en los
últimos cinco años ha llegado a Colombia inversión extranjera por $11.400
millones de dólares provenientes de Panamá y Barbados, según el portal
Justicia Tributaria. Pero sin duda la reversa del Gobierno fue causada más bien
por las grandes empresas colombianas con fuertes inversiones en Panamá. La ley
de “retorsión” de Panamá los asustó terriblemente. La legalidad mezclada con
todo de tipo de ilegalidad es tan fuerte, que la medida contra Panamá a nadie
beneficiaba. Uno se pregunta quién en el Gobierno colombiano ha hecho un
simple cursito de teoría de juegos para saber cómo se responde a los
movimientos de un jugador.
La diplomacia andina se metió el rabo
entre las piernas y se tomó un año de plazo, presentándolo como “victoria”. Un
año más de evasión y de fronteras laxas entre lo legal e ilegal.
Cuando se examina la situación
institucional del Gran Caribe y Centroamérica, la preocupación invade a
cualquier analista. Es una región muy heterogénea en términos del PIB per
cápita, con niveles altos en las Antillas inglesas, medianos en México, Costa
Rica, Panamá y Colombia; pero con pobreza aterradora en la olvidada Haití.
Además, la desigualdad cunde en todos
estos países con Índices de Desarrollo Humano ajustados por desigualdad de 0,5
y 0,6. En términos de estabilidad política y no violencia, Centroamérica es un
desastre, con la excepción de Costa Rica, y nosotros tampoco nos salvamos en
esos indicadores. México incluso está peor que nosotros. Situación similar
sucede con los indicadores de imperio de la ley. Allí nosotros marcamos tan mal
como Venezuela y México. El Gran Caribe está impactado por la globalización, y
la ebullición social y política sin duda nos traerá sorpresas. Por ello el
episodio de Panamá, así como los pasados con Nicaragua, solo nos indica que no
tenemos una estrategia en el Caribe. Ante el paraíso fiscal nos pasó aquello de
“perro que ladra no muerde”.
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